En los últimas semanas, muchos de nosotros hemos estado ajustandonos a las interrupciones de nuestras rutinas, nuestras familias y nuestra vida profesional.
Si bien algunos cambios son manejables, otros son mucho más difíciles, como tratar de dar un webinar, mientras nuestros hijos juegan o están tratando de entretenerse de lo aburrido que se sienten en este encierro.
Nos pasamos el tiempo revisando las noticias, esperando escuchar o tener alguna indicación de que nuestra vidas pronto volvera a ser como lo era antes.
Sin embargo, la realidad es que hemos entrado en una nueva normalidad que podría durar semanas, meses o incluso años en algunas facetas.
Esta crisis incluso creará cambios permanentes en el estilo de vida y los negocios.
!Cuanto antes nos ajustemos a esta nueva realidad, mejor!
Con el tiempo, todos vamos a experimentar el principio sociológico de la normalización.
Después de procesar una invasión constante de malas noticias, proyecciones nefastas de muertes, y todo esto mientras nos despertamos vivo y sanos cada mañana con la salida del sol.
Estas noticias eventualmente no nos darán la misma cantidad de conmoción o ansiedad como lo hacen en la actualidad. A fin de cuentas, esto es algo muy bueno.
Esta introspección me llevó a recordar mi visita al Centro de Comando de Guerra de Winston Churchill cuando estudiaba en Londres.
Durante el bombardeo de Londres en la Segunda Guerra Mundial, los alemanes asumieron que si bombardeaban Londres todos los días durante varios años, eventualmente el pueblo británico se rompería y se rendiría.
En cambio, ocurrió lo contrario. A medida que pasaban los días y cada mañana la gran mayoría de los ciudadanos se despertaban vivos, el bombardeo se convirtió en parte cotidiana de los Británicos y al poco tiempo ya estos bombardeos no causaban el mismo grado de temor o miedo en la población. Los británicos se volvieron más resistentes a medida que se normalizaron ante la crisis. Con toda probabilidad, vamos imitar este ejemplo a medida que pase el tiempo.
La mayor diferencia que he notado entre los que se mantienen equilibrados durante esta crisis y los que realmente luchan, es la voluntad de aceptar la nueva normalidad y la determinación de centrarse en lo que pueden controlar en este momento.
Estos son los líderes empresariales que cambian de dirección rápidamente, los padres que establecen horarios de clases en el hogar y el distanciamiento social de las personas sanas porque sienten la responsabilidad de proteger a los demás.
Por el contrario, aquellos que se aferran al pasado y actúan desde un lugar de miedo y escasez son los que más luchan. Su energía limitada se enfoca hacia adentro y hacia atrás, y no en mirar hacia afuera, hacia lo que otros necesitan tanto ahora como en el futuro.
Esto es comprensible: estos son tiempos sin precedentes para la mayoría de nosotros.
Pero aquellos que piensan fuera de lo normal y se centran en ayudar a otros han sacado un propósito del caos. Al operar con una mentalidad generosa, muchos están fortaleciendo las relaciones personales y comerciales, incluso si eso significa hacer cosas gratis.
Es justo decir que muchas personas han enfrentado o están a punto de experimentar la semana más difícil de sus vidas. Esto me recuerda mucho una frase que mi mentor Jim Rhon dijo: “ Los tiempos difíciles son temporales, las personas persistentes perduran”.
La determinación de adaptarse a esta nueva normalidada y no dejarse llevar por la información negativa que nos rodea y tener la certeza que esto es temporal y que muchas ventanas de oportunidades nuevas se abrirán y que solo tenemos que ajustar nuestra mentalidad y cambiar la manera cómo alineamos nuestro negocio a las nuevas necesidades de nuestros clientes.
Definitivamente, ya no va a ser igual, como siempre ha pasado después de cada crisis que la humanidad ha vivido, estamos enfrentando una nueva normalidad y por ende se viene una nueva economía.
Me gustaría terminar este artículo con una frase muy sabia de Vladimir Lenin: “Hay décadas en donde nada pasa, y hay semanas donde décadas pasan”
Asi estamos ahora, donde dos semanas nos parecen mas de una década.
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